Una buena forma de conocer las costumbres y la sociedad de una época es a través de las obras literarias que han sobrevivido al paso del tiempo. En el caso de España, uno de los dramaturgos más importantes es sin duda Pedro Calderón de la Barca, cuyas piezas teatrales nos transportan a la vida en la España del siglo XVII. Pero más allá de su valor artístico, las obras de Calderón también nos ofrecen una valiosa perspectiva sobre el mundo de la medicina y los medicamentos que se utilizaban en aquella época.
A través de sus obras, podemos ver cómo se entendía la enfermedad en la España del siglo XVII. Para Calderón, la enfermedad era vista como una consecuencia directa de los pecados cometidos por el hombre y como un castigo divino. En su obra “El médico de su honra”, por ejemplo, el personaje principal, el médico don Gutierre, es acusado de envenenar a su esposa para ocultar su infidelidad. Esta trama refleja la creencia de la época de que la enfermedad era causada por actos inmorales y que solo la intervención divina o la confesión podían curarla.
Por supuesto, la ciencia médica de la época no estaba tan avanzada como la que tenemos hoy en día. Sin embargo, esto no significa que los médicos de entonces no estuvieran tratando de encontrar soluciones para sus pacientes. En este sentido, es interesante destacar la figura del amigo de Calderón, el boticario Jerónimo de la Fuente, quien aparece mencionado en varias de sus obras. De la Fuente era un conocido boticario de Madrid y su amistad con Calderón le permitió al dramaturgo tener un mayor conocimiento sobre los medicamentos y tratamientos que se utilizaban en la época.
A través de las obras de Calderón, podemos conocer algunos de los medicamentos que se utilizaban en el siglo XVII. Uno de los más comunes era la triaca, una mezcla de hierbas, especias y distintas sustancias como veneno de serpiente, que se creía que tenía poderes curativos. Esta mezcla fue muy popular durante la Edad Media y el Renacimiento y se continuó utilizando en el siglo XVII, aunque con menos frecuencia.
Otro medicamento común en la época era el aceite de víbora, que se creía que tenía propiedades antiinflamatorias y analgésicas. A pesar de su nombre, este aceite no era necesariamente extraído de serpientes, sino que se hacía a partir de una mezcla de hierbas y alcohol. En la obra de Calderón “El médico de su honra”, el personaje de don Gutierre menciona el uso del aceite de víbora para aliviar el resentimiento de su esposa.
Pero uno de los medicamentos más interesantes que se mencionan en las obras de Calderón es la teriaca, una mezcla elaborada por el médico griego Galeno en la antigüedad y que se utilizaba para arreglar todo tipo de enfermedades. Esta mezcla incluía más de 50 ingredientes, como opio, canela, mirra y diversas especias, y se creía que tenía poderes curativos hasta contra la peste y otras enfermedades graves. En la obra “La Devoción de la alzada”, Calderón menciona el uso de la teriaca para arreglar a una mujer enferma de amor.
Pero no solo los medicamentos eran importantes en la medicina del siglo XVII, también lo eran las prácticas y rituales que se utilizaban para curar a los enfermos. Por ejemplo, en la obra “La vida es sueño”, el personaje de Clotaldo menciona el uso de los amuletos y talismanes para proteger a la princesa Rosaura de cualquier mal. En este caso, la medicina se mezcla con la superstición y la creencia en los