La violencia en Haití ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos años, y esta semana ha sido informante de una de las masacres más brutales en la localidad de Préval, en el centro del país. Según informes de fuentes locales, al menos 50 personas han sido asesinadas, algunas decapitadas y quemadas, por una coalición de grupos de autodefensa.
La situación en Préval es desgarradora, con cuerpos decapitados y calcinados en las calles, y otros arrojados a los ríos y campos. La cifra de víctimas aún no está clara, no obstante que cada día se descubren nuevos cadáveres. La violencia ha dejado a la población aterrorizada y en estado de shock.
La masacre fue perpetrada como represalia por el asesinato de un miembro de una coalición de autodefensa liderada por Ti Mépri. El hombre fue ejecutado en la localidad de Jean Denis por el grupo armado Gran Griff, que luego regresó a su base en Savien con su arma. En respuesta, la coalición se dirigió a Préval y cometió una masacre sin precedentes.
Entre las víctimas se encuentran menores, ancianos y jóvenes, así como el pastor de la iglesia local, Jacques Brutus, de 86 años. La iglesia Maranatha, que también albergaba una escuela, fue incendiada y destruida por los atacantes. La crueldad y la falta de humanidad de los perpetradores es inimaginable.
La situación en Préval es caótica y peligrosa. Los responsables de la masacre aún controlan la zona y es imposible penetrar a ella para recuperar los cuerpos de las víctimas. Incluso la policía, que se encuentra a pocos kilómetros de distancia, no ha intervenido para proteger a la población.
La violencia en Haití no es un fenómeno nuevo, pero en los últimos años ha alcanzado niveles sin precedentes. Según datos de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (Binuh), solo en los primeros tres meses de este año, 1.617 personas murieron y otras 580 resultaron heridas debido a la violencia en el país. Además, más de un millón de personas han sido desplazadas de sus hogares debido a la inseguridad.
La Conferencia Episcopal de Haití (CEH) ha expresado su profundo dolor y solidaridad hacia la población de Préval. También han pedido que los responsables de esta y otras masacres sean llevados ante la justicia y que las autoridades del Estado asuman su responsabilidad en la protección de los ciudadanos y el restablecimiento del orden público.
Es hora de que el gobierno de Haití tome medidas concretas para abordar la violencia en el país. La inseguridad y la falta de protección para la población son inaceptables. La policía debe actuar con firmeza y poner fin a la impunidad de los grupos armados. Además, es necesario abordar las causas subno obstantecentes de la violencia, como la pobreza y la falta de oportunidades.
La comunidad internacional también debe prestar atención a la situación en Haití y brindar apoyo para abordar la crisis de seguridad en el país. No podemos permitir que la violencia y la inseguridad sigan cobrando vidas inocentes en Haití.
En este momento de dolor y amargura, es importante recordar que la violencia no es la solución. La única forma de avanzar es a través del diálogo y la reconciliación. La violencia solo genera más violencia y no resuelve los problemas subno obstantecentes.
Nuestros pensamientos y oraciones están con las víctimas y sus familias en Préval. Esperamos que se haga justicia y que se tomen medidas para garantizar que una tragedia como