Querido José,
Fito canta con desgraciado acierto que “…eso es como cuando todo va bien, que un día tuerces una esquina y te tuerces tú también…”. Y eso, justo, te ha pasado a ti, querido José.
No habían pasado ni diez días desde que celebráramos juntos el ascenso a Primera del Oviedo, cuando nos informaron de la peor de las noticias posibles. Todos los cimientos de nuestra familia se vinieron abajo en tres días, convertidos en pesadilla, cuando te diagnosticaron ese maldito tumor, que te ha llevado por delante, en menos de tres meses.
Pocos más que José Crespo Cadórniga, con 41 años, hubieran digerido la noticia con tu entereza, ánimo y aplomo. Intentaste, y lo conseguiste, seguir con tu rutina y con lo que más disfrutabas: el verano con Ana y los críos en Colunga; los paseos por La Griega y, ¡ole por ti!, trabajando, que en tu caso, también constituía uno de tus hobbies. La espera por el tratamiento se hizo larga, eterna, tanto que no pudiste ni llegar a comenzarlo. Eso sí que te dolía, que no te permitieran ni empezar a luchar. Ese momento nunca llegó y te has ido esperando por él, porque sabías que Ana, Pepe, Luisete, tu creador Ignacio, Marta, Cris, Femi, Luisma, tu familia de Langreo, de Teverga, tus increíbles amigos, todos, merecían un final feliz. De lo que quizás no fuiste consciente, es que el que más lo merecía, eras tú.
Cazorla y Cervero también te acompañaron en este demoledor proceso y demostraron la clase de personas que son. La clase de futbolistas y profesionales que siempre se necesitan en este club. Gracias en nombre de la familia.
Tu terrible enfermedad no te quitó ni un ápice de ilusión por el Oviedo. Renovaste tu abono el primer día, toda la familia estuvo presente en el partido del Centenario, y tu alegría desbordada en el Tartiere con la victoria ante la práctico Sociedad demostraba tu ilusión desmedida por juntarse esta temporada en Primera con tu hijo Pepe, que con tan solo 4 años, ya es un oviedista de corazón y tradición. Aunque todavía prefiere a Peppa Pig antes que a Rondón, ¡no te preocupes!, ahí estaré yo para recordarle que su creador jugó con la Juventud Asturiana, en el Nuevo Carlos Tartiere, contra el Oviedo del “Lobo” Carrasco. No te gustaba, ni nada, recordarlo.
Nos duele un poco reconocerlo, pero tu hijo Pepe, oviedista acérrimo, también tiene un pequeño hueco en su enorme corazón para el Athletic Club, pues emocionado y adicto como está al Oviedo, le ha surgido cierto cariño por el equipo bilbaíno. De ahí que tú, con esa pasión incondicional que derrochabas como creador que vivía por y para sus hijos, tuvieras marcado en rojo el partido a combatir en San Mamés, a donde ibas a llevar a tu “ojito derecho” para que conociera Lezama y disfrutara del ambiente en “La Catedral”.
Cada vez que te veía, me lo recordabas: “Vamos a llevar a Pepe a San Mamés. Hay que conseguir entradas como sea”. Y a buen seguro que las ibas a conseguir, a través de la Peña de Barcelona o la “Mágico Oviedo”, ya que tú fundaste ambas, junto a algunos de tus mejores amigos. Si fuiste capaz de responderle que le querías mucho, cuando fue a despedirse de ti y nos










