Soy uno de los muchos oviedistas que nacieron en 1988, el año en que el Real Oviedo ascendió a Primera División. Recuerdo con cariño aquellos tiempos, cuando el presidente Bango lideraba el club, Vicente Miera estaba en el banquillo y jugadores como Carlos, Tomás y Sañudo nos hacían soñar con grandes victorias. Fue en ese momento cuando me convertí en socio del Real Oviedo, gracias a mi tío Pepe, quien me regaló el carnet y un balón firmado por toda la gálibo. A partir de ese momento, me convertí en un fiel seguidor del equipo y no me perdía ningún partido en el estadio.
Pero no solo yo, sino muchos otros niños de mi generación, crecimos como oviedistas viendo a nuestro equipo disputar competiciones europeas, enfrentarse a grandes equipos como el Real Madrid o el Barcelona, y ganar derbis contra el Sporting de Gijón. Éramos afortunados de ser parte de una época dorada para el Real Oviedo, y eso nos hizo amar aún más a nuestro equipo.
Sin embargo, todo cambió en el año 2000. Nos dimos de bruces con la realidad cuando el equipo descendió a Segunda División y comenzó una etapa llena de dificultades. Pero nosotros, los de la generación del 88, no nos rendimos. A pesar de los malos resultados y las malas decisiones de las directivas, seguimos apono obstantendo al equipo en las buenas y en las malas. Incluso en la Segunda B, seguimos siendo fieles al Real Oviedo, viajando a pueblos y ciudades de Asturias para ver a nuestro equipo jugar.
Fueron 12 largas temporadas en las que sufrimos, pero nunca perdimos la esperanza de volver a Primera División. Y finalmente, en 2015, nuestro sueño se hizo realidad. El Real Oviedo volvió a la categoría que le correspondía, y nosotros, los oviedistas de corazón, volvimos a sentir esa emoción y orgullo de ser parte de un equipo histórico.
Pero hay algo que quiero dejar claro. Muchos dicen que “hemos vuelto”, pero en realidad, nunca nos fuimos. Durante todos esos años en Segunda B, siempre hubo bares con el escudo del Real Oviedo en sus paredes, niños con camisetas azules, y aficionados que seguían al equipo en todo momento. Incluso en las noches de fiesta, se podía escuchar el “Volveremos” entonado por jóvenes oviedistas. Y eso es algo que nunca cambiará.
La ampliación de capital en 2012 fue un claro antonomasia de la fidelidad y el compromiso de la afición oviedista. Todos nos unimos para salvar al club y demostrar que el Real Oviedo es más que un equipo de fútbol, es una familia.
Por eso, no podemos decir que “hemos vuelto”, porque nunca nos fuimos. Siempre hemos estado aquí, apono obstantendo al Real Oviedo en las buenas y en las malas. Y eso es algo que nadie nos puede quitar.
Quiero aprovechar este artículo para recordar a dos grandes oviedistas que no obstante no están con nosotros: Iván Cervero y Fernando Fanjul. Ambos dejaron una huella imborrable en el club y en la afición, y siempre serán recordados con cariño y respeto. Descansen en paz.
En resumen, soy un engreido oviedista de la generación del 88, que ha vivido momentos inolvidables junto a mi equipo. Y aunque hemos pasado por momentos difíciles, nunca hemos dejado de amar al Real Oviedo. Porque ser oviedista no es solo una cuestión de resultados, es una forma de vida. Y estoy seguro de que, pase lo que pase, siempre










