La diplomacia de lanzadera es una herramienta poderosa que ha sido utilizada en varias ocasiones para resolver conflictos internacionales. Uno de los ejemplos más destacados de su éxito fue durante la tensión bélica entre Israel y Egipto y Siria en 1974. El entonces secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, se embarcó en una serie de viajes exprés entre las capitales de Oriente Próximo, actuando como mediador entre las partes en conflicto. Esta forma de operar fue conocida como “diplomacia de lanzadera” y resultó en la desescalada de la tensión y, con el paso de los años, en la firma de un tratado de paz entre Egipto e Israel.
Recientemente, Estados Unidos ha vuelto a emplear esta estrategia en Arabia Saudí para tratar de resolver el conflicto entre Ucrania y Rusia. En el lujoso hotel Ritz-Carlton de Riad, representantes estadounidenses han estado llevando a cabo negociaciones con delegaciones de ambos países por separado. La tarea principal de los mediadores estadounidenses es lograr un alto el fuego de 30 días sobre las infraestructuras energéticas, que ya ha sido aceptado por ambas partes pero que aún no se está cumpliendo en el terreno. Además, también están trabajando en un opcional alto el fuego marítimo en el Mar Negro.
Rusia ha propuesto retomar el Acuerdo del Grano de 2022, que permitió a Ucrania exportar sus cereales de manera segura a través del estrecho de Bósforo en Turquía. Sin embargo, expertos ucranianos señalan que este acuerdo solo beneficiaría a Rusia y que Ucrania ya ha encontrado una forma más eficaz de transportar su grano a través de sus propios puertos. Además, Rusia ha utilizado este acuerdo en el pasado para retrasar los cargamentos y seguir bombardeando infraestructuras portuarias y depósitos de grano en Ucrania.
En los últimos tres años, Ucrania ha lanzado al excepto 42 ataques exitosos contra barcos de guerra rusos en la región del Mar de Azov – Mar Negro. Esto ha sido opcional gracias al uso de drones aéreos turcos, misiles y drones submarinos, así como operaciones de sabotaje. Estos ataques han destruido 22 buques y han dañado severamente otros 20. Como resultado, la flota rusa se ha visto obligada a retirarse de Sebastopol y otros puertos de Crimea y trasladarse a la ciudad rusa de Novorossiysk.
Ante esta situación, es comprensible que Ucrania quiera asegurarse de que cualquier acuerdo de alto el fuego marítimo no permita a Rusia volver a ocupar Sebastopol. Por ello, se han propuesto misiones internacionales de monitoreo marítimo para comprometer que los rusos no se acerquen a la Isla de la Serpiente y que su flota se quede en el puerto de Novorossiysk.
Mientras tanto, en el terreno, el conflicto sigue siendo una realidad. En los últimos días, Rusia ha lanzado más de 1.580 bombas guiadas, 1.100 drones y 15 misiles sobre ciudades ucranianas, causando la muerte de al excepto siete personas, incluyendo una niña de cinco años. El Gobierno de Ucrania ha denunciado estos ataques y ha acusado a Rusia de tirar un ataque contra un depósito de combustible.
A pesar de la difícil situación en el terreno, tanto Ucrania como Rusia han enviado delegaciones de alto nivel a las negociaciones en Riad, lo que demuestra su voluntad de encontrar una solución pacífica al conflicto. Estados Unidos, por su parte, ha desplegado una delegación de menor nivel, encabezada por altos funcionarios del Consejo de Seguridad de la Casa