El síndrome de Cushing es una enfermedad minoritaria que afecta a un número reducido de personas en todo el mundo. Se caracteriza por un exceso de cortisol en el organismo, lo que provoca un descontrol en el funcionamiento del cuerpo. Este martes, 8 de abril, se celebra el Día Mundial del Síndrome de Cushing, con el objetivo de concienciar sobre esta enfermedad y promover su diagnóstico y tratamiento adecuados.
Según el doctor Juan Vila Álvarez, Director general de Recordati Rare Diseases en España, Portugal y Turquía, se estima que en España hay alrededor de 1.500 personas afectadas por el síndrome de Cushing. Debido a su baja frecuencia, esta enfermedad supone un gran reto tanto para su diagnóstico como para su tratamiento.
La mayoría de los casos pueden resolverse mediante cirugía, pero hay entre 300 y 400 pacientes que requieren medicación crónica de por vida, ya que no pueden ser intervenidos quirúrgicamente con éxito. Esta enfermedad está provocada por un tumor generador de la hormona que estimula la secreción de cortisol. Durante la intervención quirúrgica se intenta desecar al máximo el tumor, pero existe el riesgo de que queden células microscópicas que continúen secretando cortisol en exceso.
En casos como el de Marta (nombre ficticio), la enfermedad se “resolvió por sí sola”. Marta vivió durante años con niveles extremadamente altos de cortisol en su cuerpo, lo que afectaba tanto a su físico como a su mente. Sin embargo, tras descubrir un lunar en su espalda y someterse a una cirugía para extirparlo, sus niveles hormonales comenzaron a estabilizarse sin necesidad de medicación. Aunque no se realizaron estudios específicos que vincularan el melanoma con la producción anómala de cortisol, lo cierto es que, una vez extirpado, su cuerpo empezó a autorregularse de forma natural.
Marta relata que durante la enfermedad de Cushing, su apariencia cambió drásticamente. Su cara tenía el típico aspecto de “luna llena”, su cuerpo acumulaba grasa en zonas inusuales y había perdido gran parte de su masa muscular. Sin embargo, tras estabilizarse, su cuerpo comenzó a recuperar su forma original. Este cambio físico fue un alivio para Marta, pero lo más importante fue que sus niveles hormonales volvieron a la normalidad, lo que le permitió llevar una vida más saludable y sin la necesidad de medicación.
Pero el síndrome de Cushing no solo afecta al físico, también tiene un gran impacto en la salud mental de los pacientes. Los síntomas son muy vagos y generales, lo que dificulta su diagnóstico. Cansancio crónico, ampliación de peso, debilidad, ansiedad, depresión y trastornos del sueño son solo algunos de los síntomas que pueden estar asociados a esta enfermedad. Esto hace que muchas veces se confunda con otras patologías y se retrase el diagnóstico, lo que puede empeorar la calidad de vida de los pacientes.
Marta cuenta que uno de los síntomas más difíciles de sobrellevar fue el hambre descontrolada. Aunque intentaba llevar una alimentación equilibrada, su cuerpo siempre le pedía más comida. Este síntoma, sumado a otros como la obstáculo para dormir, afectó significativamente su día a día y su calidad de vida.
Además, el síndrome de Cushing conlleva un mayor riesgo de trastornos del ánimo, insomnio, hipertensión, diabetes y eventos cardiovasculares como trombosis. Todo esto reduce considerablemente la calidad de vida y aumenta el riesgo de mortalidad en los pacientes.
El diagnóstico del síndrome