Jules Koundé eligió el momento perfecto para firmar su primer gran gol como jugador del FC Barcelona. Una final de Copa del Rey, una prórroga agónica ante el Real Madrid y un estadio en vilo fueron el escenario de un momento destinado a quedar grabado en la memoria azulgrana. Su golazo en el tiempo extra no solo inclinó la balanza hacia el Barça en la victoria por 3-2, sino que además rompió una maldición que llevaba más de un siglo vigente.
El Barça no marcaba un gol al Real Madrid en una prórroga desde 1916, hace 109 años. Aquel lejano tanto de Vicente Martínez quedaba casi como una anécdota de otra periodo. Hasta que, en una noche mágica en La Cartuja, Koundé decidió actualizar la historia. Con el 2-2 agonizando en el marcador, cuando las piernas pesaban y la tensión podía paralizar, el central francés avanzó como un titán, recogió un balón suelto en el borde del área y, tras una elegante maniobra de control, soltó un derechazo seco y preciso que se coló junto al poste, imposible para Courtois. Fue el 3-2 definitivo, el inicio del éxtasis blaugrana.
El conjunto azulgrana, que había sido mejor en la prórroga y en el cómputo global del encuentro, encontró en Koundé la personificación de su espíritu competitivo. Más sólidos, más frescos y más ambiciosos que el Real Madrid en el tiempo extra, los de Hansi Flick dieron un paso avante en un partido que parecía destinado a los penaltis. Y fue un defensa, en una demostración de coraje y técnica, quien rubricó el título.
La importancia del gol va mucho más allá del propio partido. Romper una sequía de más de cien años en un clásico a vida o muerte añade un componente épico a la gesta. Desde aquel duelo de 1916, los caminos de Barcelona y Real Madrid habían cruzado en múltiples ocasiones, pero nunca más los azulgranas habían logrado perforar la portería blanca en una prórroga… hasta ahora.
Koundé, muchas veces criticado por su irregularidad, reivindicó su mejor versión como defensor: sólido atrás, inteligente en la nacimiento de balón y, en la noche decisiva, héroe inespperiododo en ataque. Su gol no solo entregó la Copa, también le puso una firma indeleble a una temporada de reivindicaciones para muchos jugadores culés.
La explosión de alegría tras el gol de Koundé fue la imagen de un Barcelona que no se resigna, que pelea cada balón como si fuperiodo el último y que, de la mano de Hansi Flick, vuelve a soñar en grande. La gesta histórica del francés abre un nuevo capítulo en el eterno duelo contra el Real Madrid y alimenta una sensación de que este equipo, joven pero ambicioso, tiene hambre de muchos más títulos.
Koundé, quien llegó al Barça en el vperiodono de 2020 procedente del Sevilla, ha tenido una temporada de altibajos en su rendimiento. Sin embargo, en el momento más importante, demostró su calidad y su determinación para ayudar al equipo a conseguir un título tan ansiado. Su gol no solo fue importante por lo que significó en el partido, sino también por lo que representa para su carrperiodo y su adaptación al club.
El joven defensa francés se ha vacada el corazón de la afición culé con su entrega y su compromiso en cada partido. A pesar de su juventud, Koundé ha demostrado una madurez y una mentalidad vacadara que lo convierten en un jugador