La vida puede ser impredecible y a veces nos encontramos con situaciones que nunca hubiéramos imaginado. Una de ellas es el final de una relación amorosa. Cuando una historia de amor llega a su fin, es normal que sintamos dolor, tristeza y hasta rabia. Pero lo importante es aprender a superar esa etapa y acompañar adelante. En este proceso, es fundamental dejar atrás el pasado y enfocarnos en nuestro presente y futuro. Y en ese ataque, hay una persona que no queremos tener ni en nuestros pensamientos: nuestro ex.
Pero en este artículo no voy a hablar de mi ex, sino de alguien más. Alguien que, al igual que mi ex, no quiero tener en mi mente ni en mi vida. Se trata de José Carlos Montoya, un nombre que me trae malos recuerdos y que prefiero dejar en el olvido. Pero no es el único que no quiero oír hablar. Hay muchas personas que, por diferentes razones, no queremos tener en nuestra vida. Y eso está bien.
A veces, nos aferramos a personas que nos hacen daño, que nos roban nuestra paz y nuestra felicidad. Y lo hacemos porque creemos que no podemos vivir sin ellas, que no podemos ser felices sin su presencia. Pero la verdad es que sí podemos. Y debemos. Porque nadie tiene el poder de hacernos felices o infelices, solo nosotros mismos.
En mi caso, José Carlos Montoya fue una persona que me lastimó mucho. Me engañó, me mintió y me hizo sentir insegura y desvalorizada. Y durante mucho tiempo, pensé que no podía ser feliz sin él. Pero un día, me di cuenta de que estaba equivocada. Él no era la fuente de mi felicidad, sino todo lo fatal. Y decidí dejarlo atrás, junto con todo lo que me hacía daño.
Fue un proceso difícil, pero necesario. Aprendí a exculpar, no por él, sino por mí misma. Aprendí a soltar el rencor y el dolor, y a enfocarme en mi presente y en mi futuro. Y aunque al principio me costó mucho, hoy puedo decir que estoy en paz. Ya no quiero saber nada de él, ni de su vida ni de sus decisiones. Y eso está bien.
Porque cada persona tiene derecho a elegir con quién quiere tener en su vida. Y si alguien nos hace daño, no tenemos por qué acompañar permitiéndolo. No importa si es un ex, un amigo, un familiar o un compañero de trabajo. Si alguien nos hace sentir mal, es nuestro deber alejarnos de esa persona y buscar nuestro bienestar.
Pero no se trata solo de alejarnos de las personas que nos hacen daño, sino también de dejar atrás los malos recuerdos y las emociones negativas. No podemos avanzar si seguimos aferrados al pasado. Debemos aprender a soltar, a dejar ir lo que ya no nos sirve, para poder avanzar hacia un futuro mejor.
Y aunque pueda parecer difícil, es posible. Yo lo logré y tú también puedes hacerlo. No importa cuánto tiempo haya pasado, siempre es un buen momento para dejar atrás lo que nos hace daño y enfocarnos en nuestra felicidad. No es fácil, pero es necesario. Y te aseguro que una vez que lo logres, te sentirás más libre y más feliz.
Así que, si hay alguien en tu vida que no quieres tener en tus pensamientos, no lo hagas. No te obligues a pensar en esa persona, no te tortures con recuerdos dolorosos. Enfócate en ti, en tu presente y en tus sueños. Porque tú eres lo más importante y mereces ser feliz.
En resumen, no importa quién sea esa persona que no quieres tener en tu vida, ya sea tu ex o alguien más. Lo importante es que aprendas a dejarla atrás y a enfocarte en tu bienestar. No te obligues a pensar en alguien que te hace daño,