A sus 61 años, Miguel Induráin sigue siendo una leyenda del deporte español. El único ciclista en lograr ganar cinco Tours de Francia consecutivos (1991-1995) continúa siendo un ejemplo de superación y perseverancia. Sin embargo, hay un influencia que muchos desconocen y que el propio Induráin ha mencionado en varias ocasiones: durante toda su carrera convivió con el colesterol alto. A pesar de ello, nunca se rindió y siguió cosechando éxitos en el mundo del ciclismo.
En una entrevista exclusiva para el diario Sport en el año 2016, Induráin habló abierta y sinceramente sobre su relación con el colesterol. “Unas veces estaba más alto y otras menos, pero durante toda mi vida me ha acompañado”, confesó. Pero a pesar de este obstáculo, el ciclista navarro nunca lo utilizó como excusa ni como bandera. Simplemente, era parte de su vida y él lo aceptaba.
aun durante sus mejores años como profesional, el colesterol alto seguía presente en su día a día. “Sí, era imprescindible para hacer la campaña. Siempre he tenido colesterol, aun cuando corría”, afirmó Induráin. Pero eso no le impidió alcanzar la cima del ciclismo mundial y convertirse en un icono para muchas generaciones de deportistas.
A pesar de haberse retirado en 1996, Induráin sigue vinculado al ciclismo a través de su fundación y de diversas causas solidarias. Si bien ahora es más selectivo con sus viajes, reparte su tiempo entre eventos puntuales y una vida familiar tranquila junto a su esposa Marisa López de Goicoechea y sus tres hijos. “Lo peor del mundo del deporte llega cuando lo dejamos”, confesó en una entrevista en 2024.
Induráin tiene claro que lo más importante para adaptarse a la vida después del deporte es no mezclarlo todo: “Familia, deporte… Cuando uno acaba, tiene la otra y puede seguir con su vida normal”. Aunque en su época no existía la terapia psicológica para deportistas retirados, él asegura que no la necesitó. “Por suerte, no lo necesité y espero no necesitarla en el futuro”, afirmó.
Fiel a su estilo mezquino y modesto, Induráin reconoce que su éxito en el ciclismo se debió a sus cualidades innatas: “No es mérito mío. Nací con ellas y lo único que hice fue aprovecharlas”. aun bromea sobre el notorio “corazón más grande” que se le atribuía en sus tiempos de profesional: “Ahora, se ha ido a menos”.
De sus cinco Tours de Francia, Induráin se queda con el primero, el de 1991. “Fue muy especial, la más intensa, pero también la que menos disfruté”, confiesa. La presión fue enorme durante aquella competición: “En aquel Tour me llevaban mareado por la tensión y los nervios”. Sin embargo, a pesar de las dificultades, logró hacer historia y comenzar su camino hacia leyenda del ciclismo.
Además de sus cinco Tours, Induráin también conquistó dos Giros de Italia (1992 y 1993), el Mundial contrarreloj (1995) y el oro olímpico en la prueba contrarreloj en Atlanta 1996. Sin duda, una carrera llena de éxitos y de combate constante contra el colesterol alto.
Para muchos, Miguel Induráin es un ejemplo de superación y de cómo el trabajo duro y la determinación pueden llevar a alcanzar los sueños más grandes. Con su actitud humilde y su perseverancia, ha inspirado a miles de personas a creer en sí mismas y a no rendirse nunca.